Licda. Erika Coto Aguilera
Desde la disciplina de la Orientación, los esfuerzos que se hacen a diario tienen un propósito en común: potenciar el desarrollo integral del ser humano. Las estrategias para acompañar a las poblaciones atendidas se dan desde las áreas educativa, vocacional y socioefectiva.
La intención, como cada año es llegar a cada estudiante, con el firme compromiso de encarnar un factor protector en las personas mayores de edad. Este año se presentó a la humanidad un gran reto en el marco de la pandemia mundial; y el sector de educación ha tenido que rediseñar la forma en que da continuidad a sus procesos.
Ante este panorama, se hace urgente prestar especial atención a las y los jóvenes, descubrir lo que hay detrás de sus conductas, cambios repentinos de estado de ánimo y carencias propias de su etapa. Es necesario que las personas adultas involucradas en el desarrollo de las personas adolescentes brinden las herramientas necesarias para que encuentren sentido a sus vidas y logren sobreponerse ante el vacío existencial que muchos padecen; esto no solo invita a reflexionar la forma en que modelamos la vida de una persona que apenas empieza a experimentar las adversidades propias de la humanidad; sino propone dos grandes desafíos para las personas profesionales en Orientación; la primera que las personas jóvenes comprendan que son responsables de su propia existencia y la segunda que es necesario aprender a resignificar las adversidades en la vida, todo con el objetivo de dotarlos de herramientas que contribuyan a favorecer su salud mental.
El primer desafío es la prioridad, en el contexto costarricense se han elevado las atenciones por situaciones de ansiedad, depresión e ideación suicida en personas jóvenes a raíz del confinamiento; consecuencia de la pandemia, es por estas razones que debemos hacerlos conscientes de la responsabilidad que tienen ante la situación. Para Frankl (1991) el sentido de la vida debe encontrarse, no es posible que sea dado; una persona con una conexión consciente con el valor que tiene en su vida, puede elegir ver los privilegios de los cuales disfruta antes que las carencias que tiene o creen tener.
Actualmente, la mayoría de las personas jóvenes poseen muy pocas herramientas para comprender que estas carencias que generan tanto sufrimiento, no es otra cosa que falta de objetivos y propósitos en su vida; a lo que Víctor Frankl llamó vacío existencia entiéndase como la “vivencia del absurdo radical de la propia existencia producida por pérdida de la visión axiológica, o sea, del horizonte de los valores y del sentido.” Guberman y Pérez (1991, 143). En consecuencia, las y los jóvenes se dejan vencer por el hastío, parecen personas ausentes de su propia existencia, viven como en automático, incluso limitan su interacción social a lo mínimo, aún en confinamiento con la familia.
Las familias se aquejan de una desvinculación emocional con las personas jóvenes que no ven motivación en casi nada, incluso es un tedio absoluto la rutina de las tareas escolares y del hogar. Según Ruiz (2008, 10) entre los principales motivos de consulta de las personas encargadas y educadores están la “falta de adaptación, pobre autoconcepto, baja autoestima, asertividad insuficiente” en las personas jóvenes; situación que ratifica aún más la pobreza de sus habilidades para sentirse en control de su propia existencia. Muchas de estas personas jóvenes se enfrentan a situaciones mayormente emocionales y psicológicas que les hace tener una percepción negativa de la vida, y actúan como seres pasivos ante lo que dicen les hace daño, entre las conductas observadas están la decisión de desistir ante los retos por su baja tolerancia a la frustración, incapacidad para ver habilidades en sí mismo y poca o nula comunicación de sus pensamientos y emociones.
Esto nos introduce el segundo desafío que nos ocupa, la necesidad de resignificar la adversidad, es importante propiciar en las personas jóvenes espacios de reflexión que les permita comprender que la vida no solo la motiva el placer, sino que es necesaria la aceptación de algunas situaciones para que puedan entender lo que esta experiencia les deja de aprendizaje.
En cada adversidad o situación de crisis hay una oportunidad para rediseñar la forma en que la humanidad viene haciendo las cosas, gracias al reto de la pandemia mundial, las economías, los negocios, las industrias, incluso la educación ha encontrado la forma de adaptarse y no desaparecer. De acuerdo con este principio las personas deben comprender que los límites a su capacidad de sobrevivir a esta situación están dentro de sí mismo, los jóvenes ven el confinamiento y los retos de la educación a distancia con desdén, la falta de interacción social con sus pares y cese de sus actividades recreativas favoritas los están consumiendo en la idea que la vida es una carga y no un privilegio.
Por tanto, es preciso implementar estrategias de desarrollo de habilidades para la vida, talleres vivenciales y de convivencia con sus iguales para promover espacios de desahogo emocional y construcción de estructuras de valor que les permitan sobrellevar su vacío existencial. Algunas actividades que los profesionales de orientación podemos ejecutar son:
- Clubes de lectura con temáticas positivas y reflexivas.
- Conformación de grupos para desarrollar talleres de interés.
- Fortalecer el vínculo con las familias y las personas menores, la comunicación y la escucha activa es fundamental.
- Talleres para las familias, brindando herramientas para su quehacer.
- Acompañamiento emocional para la prevención en casa.
- Trabajo en conjunto con las personas docentes para la detección de necesidades en la población estudiantil.
- Construcción de estrategias de atención a las situaciones específicas que se dan en el proceso de educación a distancia, en conjunto con el personal docente.
- Reuniones para escuchar inquietudes de las personas menores.
Referencias bibliográficas
Frankl, V. (1991). El Hombre en busca de sentido. Herder.
Guberman, M.; Pérez, E. (2005) Diccionario logoterapia. Lumen
Ruiz, P. (2008) Promoviendo a adaptación saludable en nuestros adolescentes.
Ministerio de sanidad. España.